Tercera entrega de la serie de Mike VK, en la que nos propone en ésta ocasión un viaje al interior del ordenador, donde circuitería y silicio componen una sinfonía perfecta para que veas muñequitos en pantalla.
Para comenzar este pequeño viaje al interior del ordenador y/o videoconsola, vamos a apoyarnos en dos conceptos que constituyen la base, el núcleo, el eje sobre el que guiarnos cuál shoot and rail nos guía sobre el escenario en el que tenemos que descargar nuestras balas. Estos dos componentes son: el silicio, y el chip microprocesador. El primero como elemento natural clave en nuestras máquinas, el segundo como componente básico, el cerebro de nuestro ordenador, el cerebro de la bestia (con permiso de los segueros).
No hace falta mucha explicación sobre por qué estos dos elementos van a ser los protagonistas de esta entrega como inicio del viaje al interior de las computadoras. Si hablamos del Silicio, cualquiera haciendo uso de su intuición y sentido común, escuchando contínuamente en las noticias referencias a Silicon Valley (el Valle del Silicio, en nuestro maltratado castellano) sabe que allí se maneja todo el cotarro de las tecnologías computacionales, en consecuencia es fácil asociar la idea del Silicio como elemento muy importante, vamos a ver por qué.
Todo lo que se pueda hablar de este elemento se sintetiza en una sencilla conclusión: bajo coste y alta abundancia. A lo que se puede añadir unas propiedades excepcionales disponibles con un alto grado de pureza. En lo que a nosotros nos concierne, nuestras máquinas, el silicio se posiciona como el elemento rey de los micropchips, al ser un elemento semiconductor podemos decir en pocas palabras que permite la conducción de corriente o su aislamiento según diferentes condiciones. Poder hacer trabajar millones y millones de transistores perfectamente sincronizados, en una pieza de silicio del tamaño de una uña es una de las causas de su reinado. Reinado que hizo posible, entre otras muchísimas cosas, que tú pudieses bajar al bar debajo de tu casa a la hora de la siesta a echarte una partidas al Final Fight. Cualquiera critica esta monarquía ahora.
Como siempre, nos gusta viajar al pasado para comprender un poquito mejor el futuro. Ahora nos vamos hasta 1962, nacen los circuitos integrados. Al poder imprimir en un solo módulo varios transistores, diodos, y resistencias, todo evoluciona a gran velocidad. Más almacenamiento, más velocidad de cálculo, discos más rápidos, aparecen interfaces hombre-máquina como el teclado y la pantalla. Los cacharros empiezan poco a poco a bajar de precio. Comienza lo que hoy se conoce como Evolución Exponencial de la tecnología. Si quieres profundizar en este concepto, piensa en cuando ibas a los recreativos, reflexiona lo duro que era administrar bien la paga del domingo. Ahora sin embargo, tienes MAME con continues infinitos. No está mal el avance exponencial.
Un chip puede verse como una abstracción electrónica funcional, que facilita mucho el desarrollo y la evolución. Valga una analogía con un videojuego al que te dicen que para utilizarlo hay que usar OPQA-Space. Cuando pulsas esas teclas pasan cosas, infinidad de cosas internamente, pero tu solo necesitas saber que al pulsarlas tu muñeco se mueve para algún lado o dispara. Pues lo mismo ocurre con cualquier microchip si tu eres un desarrollador, por ejemplo el chip SID de Commodore 64 o el AY de Spectrum, no me preocupa los circuitos que contenga dentro ni como está construido, solo quiero saber qué sonidos saldrán si meto determinadas señales de entrada. A todo esto, el microprocesador es un chip como otro cualquiera, aunque efectivamente es el más importante. Su importancia radica en que adquiere una «personalidad», esta diseñado con funciones de cálculo, entrada y salida compleja, programabilidad, pequeño almacenamiento. El cerebro sin duda.
Cuando conectamos muchos de estos microchips y otros componentes como resistencias, diodos y condensadores, en pequeñas placas como parte de un circuito general más grande, ya estamos construyendo algo muy serio y potente. Estamos creando un «monstruo» electrónico, ese es nuestro ordenador, nuestra videoconsola. Ese ordenador clásico de los 80 podía almacenar todos sus componentes en una sola placa, no necesitaba mucho más. Un ordenador actual se compone de varias placas conectadas entre sí (placa base, tarjeta gráfica, etc.). Una Raspberry Pi alberga en el tamaño de media mano, más potencia computacional que cualquier máquina jamás anunciada por la micromanía formato sábana.
Permitidme ahora un pequeño dato en este viaje evolutivo. En 1944 podíamos multiplicar con ordenador 2 números de hasta 23 cifras en unos 6 segundos. En torno a 1950 ya multiplicábamos 2 números 40 veces en un solo segundo. En 1959 lo hacíamos 100.000 veces en un solo segundo.
Dejando a un lado detalles más concretos, actualmente las máquinas son construidas por brazos robóticos automatizados, los cuales están conectados a ordenadores que les envían órdenes, que a su vez provienen estas de un determinado software de diseño avanzado de circuitos, al que cada día le estamos añadiendo más y más inteligencia artificial, más y más información a su alcance, más velocidad y potencia de proceso. Efectivamente, con este panorama se lo estamos poniendo demasiado fácil a las máquinas para que empiecen a reproducirse de forma autónoma.
Sería precioso que en los programas de IA de estas máquinas constructoras fuesen cargadas con patrones variables de nostalgia, y todos pudiésemos observar como construyen a raudales Ataris Lynx, Segas Saturn, Neo Geo para todos. Pero lamentablemente, hemos de partir de la base de que todo gran acontecimiento tecnológico tiene su origen en el ámbito militar, y nada parece cambiar en este aspecto. Así pues, es más realista imaginarse a Skynet, la famosa IA creadora de Terminators, que a una máquina automatizada construyendo cien Ataris ST por minuto.
Con este escenario en mente, creo que si volvemos a ver en estos días esa gran película que es Terminator 2, el dilema ya no es si existira Skynet algún día. A mí particularmente la pregunta que se me viene a la cabeza es, ¿por qué está tardando tanto?.
Bueno, pues mientras esperamos a Skynet, o mientras el Agente Smith da sus primeros pasos en su cunita de algún laboratorio secreto de investigación militar, te invito a que me acompañes en la próxima entrega del Rincón de MikeVk: Anatomía del ordenador.
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