Mucho se ha hablado de la guerra entre las dos grandes desarrolladoras de consolas y videojuegos de la historia. A través de la mirada de David Velgio, damos un repaso histórica de como surgió y se desarrolló una batalla comercial épica.
La información como la que repasamos ahora para ponernos en situación es de conocimiento y consenso común que aceptamos como válida y certificamos, pero que no hemos vivido de primera mano sino siempre a través de terceros.
Tenemos una Nintendo que ha hecho bien los deberes y que ha tomado unas decisiones que la dejan en una posición predominante en Estados Unidos después de lo acontecido en la Crisis del Videojuego del 83. Unos Estados Unidos donde calificar a Sega con su Master System como la competencia podría sonar no muy serio.
Nintendo cuenta con genios natos como Shigeru Miyamoto o Gunpei Yokoi además de otros personajes menos conocidos pero tocados por la musa inspiración que están creando o produciendo grandes juegos y sagas, sagas que a día de hoy más de treinta años después aún perduran frescas y vivas. Nintendo cuenta y tiene bien atadas de cerca grandes compañías pujantes y en racha como por ejemplo Konami o Capcom por solo nombrar algunas, que no hacen sino agrandar aún más por cada título que publican la leyenda de la NES.
Por otro lado tenemos una Sega que si bien ha perseverado y ha continuado apoyando su Sistema Sega Mark III, no consigue ponerse a la altura y suspira por tener el mismo apoyo de otras compañías como el que goza Nintendo. Sega en ese momento también cuenta con verdaderos genios entre sus filas como por ejemplo Yu Suzuki o Yuji Naka.
Uno dándole el reinado a Sega en los salones recreativos con leyendas como Hang-On, Out Run o After Burner y otro demostrando su buen hacer con ejemplos del calibre de Phantasy Star. En Japón la batalla ya no es que sea una batalla perdida con Nintendo sino que Nec con su mágica PC Engine pone en serios apuros a ambas. En Europa, cual irreductibles galos. sorprendentemente Sega resiste y no hace fácil la vida para Nintendo.
Sopesando las cartas con las que podía jugar Sega ésta mano, en el terreno domestico se veía incapaz de igualar a Nintendo y ya ni hablemos de superarla. Tocaba esforzarse más y dar un paso adelante.
Después de una breve introducción que nos da una idea aproximada de la posición que ocupaban Nintendo y Sega tenemos que subirnos al Delorean para hacer un viaje el cual a donde vamos, no necesitamos carreteras, necesitaremos hacer un ejercicio de memoria o ponerle mucha imaginación dependiendo de la edad que tengamos cada uno.
Spain is different.
Nos encontramos en la España de finales de los ochenta donde los microordenadores tienen una fuerte presencia. Muchos queremos vernos como ese David en la película de culto Juegos de Guerra y las consolas todavía están muy lejos de ser la norma común.
Durante la infancia y preadolescencia de muchos de nosotros antes de la llegada de Megadrive, las primeras andadas consoleras durante las meriendas con amigos o compañeros de clase, podían ser al Alex Kid en la Master System o al Super Mario en la NES o la NASA. A esas edades nos pasaba a veces que no solo no teníamos clara la diferencia entre una NES o una clónica sino que además creo que nos importaba poco.
Debido a la corta edad ya fuera por decreto o por miedo, teníamos difícil o directamente vetada la entrada en aquellos antros de perdición y llenos de mala gente que eran los salones recreativos por mucho que nos muriéramos de ganas de estar ahí. Con poca más opción que la máquina de bar de turno, estaba claro que acogerías de buen gusto el poder jugar en casa todo el día a los juegos de los recreativos: a los juegos de los mayores.
Sega Megadrive de la que ya empezábamos a tener noticias a través de un artículo de la revista española Micromania en su número 29 parecía tener mucha aura de eso. El entusiasmo y la imaginación volaron al contemplar en esas primeras capturas de pantalla lo bien que se veían aquellos juegos en comparación con lo que habíamos tenido previamente en consola. Un artículo de Micromania que repetía para que te quedaras bien con la idea dos palabras: “Maquina recreativa”.
16 bits iguales a la máquina.
Tenía un diseño de preciosas, maduras y elegantes líneas. Perfecto color negro y estética que daba una imagen de fuerza y modernidad de la cual molaba todo mando incluido. Todo un Darth Vader que invitaba a dejar el lado de la luz de esa blanca Nintendo y unirte al reverso tenebroso de la fuerza. Pero sin duda algo que bien destacaba y llamaba la atención era aquella dorada cifra estampada en el frontal de la consola que según opiniones, para bien o para mal fue una de las primeras salvas de una guerra que todavía hoy dura. Una guerra más orientada a los números que a los juegos, “16-Bit”.
A Europa Megadrive finalmente llegaría en 1990. Algo más tarde respecto a otras regiones y acompañada de varios juegos de lanzamiento muy de corte Arcade en un gesto de Sega de llevar su éxito en los salones recreativos ochenteros al sector doméstico. De esa primera hornada de juegos de lanzamiento tenías por ejemplo títulos como Last Battle, Space Harrier II, Super Thunder Blade o Thunder Force II de los cuales Sega decidió destacar Altered Beast al elegirlo como juego para su primer pack.
Estrenada ya la Megadrive en el mercado español, en unos primeros años noventa donde el género de Espada y Brujería estaba grabado a fuego en el ADN gracias a películas como Conan el Bárbaro, El señor de las Bestias, Ator el Poderoso, Los Barbaros o el Dragon del Lago de Fuego, o juegos de mesa como Heroquest o de Rol como Dungeons and Dragons, la fantasía con tintes mitológicos de Altered Beast estaba muy bien.
Pero si para Conan lo mejor de la vida era aplastar enemigos, verles destrozados y oír el lamento de sus mujeres con posterior bendición del general mongol para más sorna, para la chavalada del barrio lo mejor de la vida era tener ese bombazo de Golden Axe en la Megadrive.
Podías encarnar a Conan, Red Sonja o a David el Gnomo cabreado repartiendo acero sobre un Águila gigante a unos esqueletos escapados de la película Jason y los Argonautas. Porque al menos en esos primerizos noventa por las salas de juegos recreativos donde nosotros ya teníamos más o menos presencia Sega seguía siendo la reina indiscutible.
En una época donde no había el acceso fácil y rápido a la información que tenemos ahora y no tenías apenas con que comparar salvo las revistas, lo que te contaban tus amigos, los compañeros de clase y las experiencias propias, no padecíamos ese mal endémico tan actual de querer ser tan críticos o expertos en videojuegos y querer comparar todo, más bien absorber todo cuanto estuviera al alcance debido a lo poco que algunos solíamos tener a diferencia de ahora con este acceso fácil y rápido a golpe de “click”.
Se conservaba aun bastante intacta esa inocente capacidad de sorprendernos y maravillarnos con facilidad. Cierto es que teníamos una “ligera sospecha” de que ese Thunder Blade de Megadrive no era lo mismo que el de Arcade. Pero el poder conservar esas monedas de cinco duros tan difíciles de conseguir para comprarte después el kilométrico Boomer, la mano loca, el sobre de Montaplex o para la máquina de moda de repartir tortas en aquellas calles de fuego como era Final Fight, rápido parabas de darle vueltas al asunto y te olvidabas de ello.
Sin querer generalizar dando una percepción más propia y de lo que tenía alrededor en aquella época, desde luego ésta nueva Megadrive era una consola muy deseada y recuerdo salvo contadas excepciones que todo poseedor de otra consola u ordenador quería una devorando por el camino cualquier cosa sobre esta que pasara por sus manos.
Con una Nintendo con buenas razones para sentirse tranquila, tranquilidad respaldada además por las buenas ventas que seguía manteniendo su NES incluso después de los primeros meses de vida de la Megadrive (por no hablar de cómo en Japón la salida de Super Mario Bros 3 ensombreció el estreno de Megadrive), Nintendo parece ser que no vio necesario en ese momento moverse a un nuevo sistema de Hardware para responder a la máquina de Sega. Esta decisión dio un margen de movimiento muy necesitado por Sega para buscar la forma de posicionarse en el mercado.
Una oportunidad única que en Estados Unidos todo un iluminado como Tom Kalinske no perdió el tiempo en aprovechar desde el minuto uno de su entrada en Sega.
Son bien conocidos y documentados los movimientos que llevo Kalinske y que hicieron despegar la Genesis hasta punto de colocar en Estados Unidos a Sega respecto a Nintendo en una posición que parecía un milagro y que desde Sega Japón miraban con envidia.
Por poner algunos ejemplos rápidos podemos mencionar su publicidad agresiva con claras menciones a Nintendo, tan descarada y atrevida que podía calificarse de cualquier cosa excepto de normal comparándola con la publicidad de videojuegos de la época.
Fuerte presión hacia las cadenas de distribución afines a Nintendo. Afines ya fuera por la mano firme de Hayao Nakayama o por simple estabilidad en las buenas relaciones entre ambas. Presión que alcanzó tal punto que parece ser que los consumidores reclamaban de forma tan constante la Genesis que finalmente las cadenas de distribución empezaron a ceder de forma progresiva pero imparable ese veto de comercializar material de Sega. Fuerte presencia de licencias y juegos deportivos que tuvieron gran aceptación en Estados Unidos y por consiguiente un gran éxito aumentando el interés del consumidor americano hacia la consola.
La Sega de Estados Unidos no fue la única en contar con genios del marketing adelantados a su tiempo. Volviendo a España también todo un Paco Pastor tuvo lo que hay que tener para viajar a Japón y reunirse con la directiva de Sega convenciéndoles no sin aceptar estos de mala gana el lanzar los Mega-packs en España, Mega-packs que demostraron ser tal éxito que la idea se duplico al resto de regiones.
Así fue como en un “quién te ha visto y quién te ve” en regiones donde Nintendo se veía segura Sega sacó buen rédito a ese tiempo prestado pasando de estar a los pies de la sombra del coloso a subirse encima de el para darle batalla sin miedo alguno.
Gracias a la negligencia justificada o no de Nintendo en valorar a la competencia, Sega se encontró con su Megadrive como ese niño malo y grandullón de la clase abusando en el terreno de sobremesa de una Nintendo que seguía apoyando a la ahora más pequeña NES. Pero ay amigo por que cual profecía de anuncio de televisión Nintendo ya empezaba a avisar a Sega de que venía el primo de Zumosol. La Super Nintendo.
Continuará…
Este articulo lo escribi yo no el bueno de Juanje. Viene el autor en el primer parrafo. Pero bueno no pasa nada.
Buen análisis Juanje, a los que tuvimos (y tenemos) Megadrive , nos tira más SEGA, pero a Nintendo hay que agradecerle que exista, como la rivalidad Real Madrid – Barcelona, no serían nada el uno sin el otro.
Gran texto y con una perpectiva muy cercana a lo que viviamos en esos momentos. Megadrive yo la veia como una maquina de bar (yo no decia arcades jeje) en casa.
Un saludo.