La consola de 16 bits de Sega dispone tambén en la actualidad de juegos algo más atípicos, como este rompecabezas.
De porrones y cabras
El argumento se hace más surrealista conforme más lo descubrimos. De un habitual robo del objeto más valioso (Holy Porrón), se va desgranando una historia hilarante donde se mezcla humor y fantasía. Gran parte de esta historia se va mostrando en el propio juego con escenas intermedias de un nivel visual destacado. Nada más empezar existen cuatro zonas distintas para jugar; si queremos recuperar el preciado porrón y la hija del rey tendremos que completarlas todas para acceder al último nivel, el castillo de Kbrah. Podemos decidir el nivel de dificultad entre tres posibilidades; esto hará que el número de pantallas a completar por cada zona varíe entre 6, 10 y 14 según elijamos dificultad fácil, medio o difícil.
¿Qué hacer?
La mecánica del juego es bastante sencilla una vez tomamos el mando y nos ponemos a ello; el objetivo es conseguir la llave y escapar por la puerta. Sin embargo veremos que dicha pantalla está repleta de enemigos, siempre de tres tipos diferentes. Cada enemigo es vulnerable a un arma: bastón, espada o talismán. Tenemos que hacer un uso razonado de estas armas para ir desbloqueando el mapa y abrir nuevos accesos que nos impedían avanzar.
Cada movimiento deberá ser pensado con antelación, incluso las acciones futuras. Como si de una partida de ajedrez se tratase, debemos primero planificar qué caminos desbloquear en nuestra cabeza para luego ejecutarlos en el juego. Aun así, si nos equivocamos tenemos la opción de deshacer nuestra última acción con el botón C, pero su uso es limitado. Si hemos metido la pata hasta el fondo, más nos vale pausar la partida y hacer uso de la opción REINTENTAR para restablecer la fase. No es necesario memorizar el arma que es eficaz con cada enemigo, pulsando el botón A nos mostrará una ayuda. El botón B se reserva para hacer uso del arma o mover a nuestro personaje más rápido si hay camino libre.
Uso de Passwords
Como es lógico, las primeras fases serán fáciles de completar admitiendo más de una solución. Pero conforme nos acerquemos a las últimas de la zona, la dificultad incrementará y pondrá nuestra mente a echar humo para encontrar la manera de progresar. Por suerte no hace falta precipitarse en nuestras decisiones, no disponemos de un tiempo límite que nos presione a cometer errores. La ventaja de existir cuatro zonas independientes hace que si nos vemos bloqueados progresando en una, podemos dejarla temporalmente y continuar con otra zona. A veces simplemente volviendo a coger el desafío más tarde hace que veamos la solución fácilmente de una manera que antes nos era imposible. Además el juego también dispone de cómodas contraseñas para ir guardando la situación. No tenemos que terminarlo de una sentada, sino que podemos reanudar la partida desde el punto donde la dejamos.
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