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Celeste, Día 4: Risco Dorado

Tras el ‘descanso’ de aquel lúgubre hotel, estoy ya a mitad de camino de llegar a la cumbre. Los rayos del sol iluminan el paisaje y una suave brisa hace revolotear las hojas. Pero tras unos pocos pasos encuentro otro obstáculo; la siguiente repisa se encuentra demasiado alta. Por suerte, una especie de burbuja verde me sirve para recargar mi salto adicional y continuar. Sólo tengo que tener cuidado con decidir qué dirección quiero seguir al salir de ella.

Un fuerte viento

Vuelvo a encontrarme con la anciana que no para de reírse de mi e incitarme a que abandone. Tras alejarme rápidamente de ella comienza a soplar un fuerte viento.

Este viento me impide avanzar con normalidad, algunas plataformas que parecen de fácil acceso se vuelven lejanas con el fuerte impulso que me lleva hacia atrás. Menos mal que las rachas de viento son intermitentes.

Otro impedimento más, no hay suelo donde apoyarme para alcanzar la siguiente zona. Sólo una serie de nubes de colores, espero que sean lo suficientemente sólidas para posarme sobre ellas. Sí, incluso me ayudan a impulsarme; pero tengo que tener cuidado con las de color rosa, desaparecen momentáneamente tras tocarlas.

El viento comienza a ser un problema bastante molesto, cambia de dirección a su antojo para dificultar mi avance, aunque en una habitación secreta me sirve de ayuda para recoger las semillas necesarias para que aparezca una fruta extra.

Los Bloques direccionales

Podremos mover estos bloques para dirigirnos hacia nuestro objetivo

Llegando a nueva zona descubro una serie de bloques que se activan al tocarlos en alguno de sus lados. Además es posible redirigirlos ligeramente para que me sirva para llegar a los lugares más insospechados.

He conseguido el corazón de cristal de una manera muy extraña, tras esconderme detrás de un bloque blanco y agacharme, me he como teletransportado al fondo del escenario donde estaba. Así he conseguido subir las escaleras necesarias para llegar a este preciado botín.

Se desata el vendaval

Conforme subo a más altura, el viento arrecia. Casi no me permite abrir los ojos y si me quedo quieta me manda para atrás. Espero que quede poco para llegar a un lugar más tranquilo. Cada vez escasean más las plataformas donde poder agarrarme, los bloques móviles y las burbujas son mi única ayuda en este tramo tan complicado.

El fuerte viento hará mella en nuestras manos, al obligarnos a pulsar en dirección contraria todo momento

Para terminar de complicarse el asunto, ahora el viento viene con sorpresa. Unas enormes bolas de nieve son impulsadas por el mismo y tengo que cuidar que no me acaben impactando en la cara; si calculo bien el momento puedo saltar sobre ellas para ganar un impulso adicional.

Una ayuda inesperada

Tengo los dedos (de los pies) doloridos por luchar tanto tiempo con el viento, pero encuentro algo totalmente inesperado. Un teleférico que me ayudará a ganar unos metros extra, parece en buen estado.

Al accionarlo, justo aparece Theo por otro camino, a tiempo para acompañarme al siguiente nivel. Pero .. ¡oh! a mitad de camino se para inesperadamente, no se ve nada a través de la niebla y me cuesta respirar. Theo me enseña un viejo truco de su abuelo para calmar la ansiedad, funciona. !Y el teleférico vuelve a ponerse en marcha! Nos lleva hasta las puertas de un extraño templo …

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